domingo, febrero 10, 2008

Paris, Je' Taime



Tomando una imagen de Bécker, el amor es un vago fantasma de niebla y luz. Debería de prohibirse a todos por salud mental, pero debería permitirse por salud emocional. Los griegos decían que era hijo de Poros y Penia, de la abundancia y de la penuria, y creo que en eso hay algo de cierto. El amor y la soledad son ocasionales compañeras. La soledad nos hace patente la ausencia amorosa, y eso nos vuelve un poco tristes, pero también un poco alegres pues nos damos cuenta de que aún estamos vivos.

Después de ver esta película, me dí cuenta de que para estar en el amor hay que crearnos las oportunidades, pues no siempre éstas se dan azarosamente. Para amar a alguien no es suficiente crear en el lugar indicado, sino que es necesario atreverse a hablar, a romper la distancia del encuentro. Basta, en definitiva, con darnos la oportunidad de sentirnos vivos.

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