sábado, enero 28, 2006

Paradojas del artificio.

Soy una persona que después de haber tenido una vida de novela, de mala novela, ha caído en la escritura como refugio de su propia existencia. Escribo porque no tengo otra opción, porque lo he intentado todo, casi todo, y me he resignado a que la mejor forma de vivir una vida intensa pero sin padecer sus tristes peligros es a través de la escritura, del pensamiento, la reflexión y la literatura.

George Sand, después de haber viajado por países, escalado montañas y soportado fríos inviernos a la intemperie, se dio cuenta en Mallorca que sus mejores viajes los había realizado sentada en su viejo sillón, frente a la chimenea, con un libro en la mano. Al modo de ella he decidido redactar mi vida sólo para mí mismo, seré como un Descartes de la escritura, me sentaré en mi sillón a buscar ideas claras y distintas. Me dedicaré a contarme mi propia vida para anticiparme metódicamente a mis infortunios, para darles un cariz estético que los haga mejor llevaderos. Posiblemente me haga poeta, quizá en la biografía de un Rimbaud puesta de cabeza. Me sentaré a leer todos los libros desde el final hacia el principio para hacer toda una fenomenología de los espíritus individuales. Tal vez encuentre un trabajo de prologuista o en un instituto, seré como alguno de esos hombres solitarios y misóginos que viven escribiendo para sus becas, o uno de eso profesores de preparatoria que son incapaces de compartir el café de su desayuno.

«Las artes requieren testigos» —decía Valery testificando a Marmontel— y pienso que mi nueva vida, para que sea artística, no puede exisir en sí misma, no debe existir en sí misma. Para que mi vida exista debe ser comprendida por algo o por alguien, por eso es necesario que sea contada al menos a un lector imaginario, a una almohada o aunque sea a uno mismo. Qué importa el ágrafo de Sócrates, prefiero a Platón.

Pero no, yo no seré un escritor, sólo quiero escribir. Seré un Tenorio, ese personaje de Vila–Matas, y me dedicaré a contarme mi propia vida, mi propia historia real que hable del paso del tiempo. Sé que esta será una vida de muerto, y así es. He decidido terminar con mi vida. Seré un significador de ella porque los que viven su vida se vuelven insignificantes, como ese cúmulo de lápidas sin nombre que resguarda a aquellos soldados desconocidos que lucharon por la batalla de la vida.

Prefiero narrar a lápiz que ser narrado con bolígrafo. El grafito es más noble, te permite jugar a Dios, puedo enmendarlo todo sin dejar marcas, tachones ni la plana sucia. Kierkegaard decía que «si escribieramos de vez en cuando todo lo que nos acontece en la vida podríamos, sin pensar en ellos, volvernos filósofos.» Pues bien, yo seré uno de tiempo completo. Vivir o escribir, la paradoja está resuelta. El "justo medio" aristotélico es sólo un desideratum de la razón, uno de sus tantos artificios que se cumplen a regañadientes.

Finalmente creo que soy como la mayoría de todos esos Tenorio que ya no les queda otro remedio mas que escribir, leer y escribir, porque no pueden ser otra cosa, porque ya no quieren hacer otra cosa mas que contarse su propia vida en forma literaria, con la pipa apagada, masticando las mismas ideas y planteando de forma exagerada sus trilladas dicotomías imaginarias.





Caminante












Si, no soy mas que un caminante, un peregrino en la tierra. Pero ¿vosotros sois algo más?


Goethe, Werther







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miércoles, enero 25, 2006




«Un par de años antes [a los cuatro] me contaste un sueño que habías tenido. ¿A que tampoco te cuerdas? Estabas en un campo muy oscuro, como de noche, y soplaba un viento terrible: Te agarrabas a los árboles, a las piedras, pero el huracán te arrastraba sin remedio, igual que la niña de El Mago de Oz. Cuando ibas zarandeando por el aire hacia lo desconocido, oíste mi voz (“yo no te veía, pero sabía que eras tú”, precisaste) diciendo: “¡Ten confianza! ¡Ten confianza!»

Savater, Ética para Amador



Dice Aristóteles que Dios es al hombre como el padre al hijo, y tal vez haya algo de cierto. Savater escribió estas palabras a su hijo Amador y yo, por mi parte, no dejo de decírmelas a mí mismo cuando me encuentro frente a los demonios de mi propia infancia.







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En la foto: Mi padre y su pequeño monstruo, 1981 aprox. (No, no me ha dado por ser Kafka y ver a mi padre de esa manera. Él iba disfrazado para un carnaval)

martes, enero 24, 2006

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De marzo a mayo de 2003, yo estuve acompañando a la 3ra brigada de la 101 división aerotransportada, especializada en asaltos desde helicópteros. La foto fue tomada el 31 de marzo de 2003, cerca de Najaf, en Irak.

Cuando acampamos en el desierto, escuché que la brigada había recibido algunos prisioneros que iban a ser transportados vía aérea a otro campo para ser interrogados. Pregunté y fui conducido a donde los tenían detenidos. Eran alrededor de 30 prisioneros, más un pequeño niño, que atrajo mi mirada. La unidad que los transportaba no fue la misma que los había capturado, de modo que los soldados no sabían si los prisioneros eran combatientes o no. Ellos dijeron que el niño estaba con su padre cuando fueron capturados y no querían dejarlo solo en el desierto.

Los soldados condujeron a los prisioneros de un camión dentro de la jaula temporal de detención, que en realidad era un anillo de alambre de púas, alrededor de una parcela de arena, y siguiendo órdenes, les pusieron capuchas y esposas, incluyendo al padre del niño. El niño estaba aterrorizado y empezó a gritar.

Después de un tiempo, mientras el niño seguía llorando y aferrándose a su padre, uno de los soldados estadounidenses cortó las esposas plásticas del hombre, de manera que pudiera abrazar y calmar a su hijo. Pude escuchar al hombre, que estaba aterrorizado, murmurando a su hijo en árabe. Fue en ese momento cuando tomé la foto, trabajé muy de prisa, tomando sólo dos imágenes porque quería ser discreto.

No pude hacer más que imaginar a mi propia hija, Lauren, que tenía la misma edad, cuatro años, la misma complexión, en la misma situación. Pensé mucho en ella, antes, durante y después de tomar la foto, claro está, también porque la extrañaba mucho.

Fue muy emotivo para mí, la angustia del niño y el padre, indefenso pero tratando de proteger a su hijo. Sentí un gran alivio cuando, después de que sus esposas fueron cortadas, el padre fue capaz de consolar a su hijo que dejó de llorar.

El ejército no me pudo dar los nombres de los prisioneros, y no supe que les pasó porque tuve que salir de ahí con mi grupo. Traté de averiguarlo, pero con tropas dispersas y en movimiento por el desierto y con la comunicación limitada, no pude hacerlo.

Jean Marc Bouju


domingo, enero 22, 2006

Especulaciones de un pirómano.

El amor es una flor que nace de una noche temerosa.
Kierkegaard


A pesar de lo que digan las estadísticas, los sabios consejos de los entrañables amigos y amigas, y aunque nuestras propias advertencias que como pequeña conciencia te recomiendan y/o regañan que no lo hagas, siempre será bueno perder la cabeza por alguien. Recuerdo que Goethe decía que nos comportamos con respecto al amor como unos mosquitos que vuelan deslumbrados alrededor de la llama de una vela por la noche. Así nos encandilamos, decía en Werther, el amor es un fuego inocente que nos lleva irremediablemente a la muerte. Y es posible que no sea necesariamente una muerte física, pues hay distintas formas de padecer pequeñas muertes en vida. «Vivo sin vivir en mí, y de tal manera espero, que muero porque no muero», decía Santa Teresa de Ávila.

El caso es que la historia de la literatura y la historia de los hombres está llena de estos deslumbrantes pero mortales encuentros amorosos, y posiblemente nuestra anodina vida se reduzca a encarnar tal encuentro, a hacer propia esa experiencia. En un pasaje del Fedro, insigne diálogo platónico sobre la belleza y el amor, vemos al desesperado Lisias tratando de convencer agraciado Fedro de que —contrario a lo que pudiera pensarse— «el arte de amar consiste en amar a quien no se ama». Sin duda, Lisias ya había perdido la cabeza para recurrir a este tipo de argumentaciones rebuscadas; aunque más rebuscada será la argumentación del propio Sócrates ahí, cuando más adelante dice que el arte de amar consiste, más bien, en que el alma del hombre cumpla su destino: llegar a «un lugar más allá del cielo» (topos hyperouranios) mediante la teoría (contemplando a la “diosa verdad”, según la acepción etimológica de teoría), ascendiendo por una escala que la llevaría a ese lugar supraceleste.

Por lo que se ve, Sócrates no sólo perdió la cabeza, tal vez ya ni la tenía desde que vio a lo lejos a Fedro y bien pudo haber sublimado sus deseos amorosos en una teoría dirigida a la región supraceleste, tal y como pudiera haberlo hecho Santa Teresa quizá, o como uno llega a hacerlo cuando ve a una chica que nos arrebata la atención, deformándonos el sentido de la congruencia a tal grado de jurar haberla visto caminando como diosa, casi en cámara lenta, mientras que el viento acaricia su cabello, para envidia nuestra, prolongándolo en un juego cruel de sofisticada inmediatez teórica.

Y es que el cortejo amoroso tal vez consista en que un descabezado/a descabece a su futura contraparte, posiblemente resida en convencer a la futura descabezada/o que lo mejor que se debe hacer en esta desolada vida es quitarse la cabeza y ponerse a jugar el serio juego del amor con ella, quitarse la cabeza para descubrir en la soledad de los amantes las distintas formas de vivir sin ella. Claro, todas las teorías que se puedan derivar de esta práctica sólo podrán ser resultado de una sublimación de la persona amada, una impostación de esta intuitiva y fogosa prórroga que se va dilatando como un incontrolable encanto.

«El amor es una flor que nace de una noche temerosa. Es como el nenúfar, que posa su cáliz blanco en las superficies de las aguas, al mismo tiempo que sus raíces se sumerge allá abajo en una sombría oscuridad de la que la mirada se aparta horrorizada.» Falsa promesa de infinitud, insomnio tortuoso cuando fenece, el amor nos va consumiendo lentamente hasta dejar desnudos los huesos, dolorosamente agotados y con unos cuantos meses/años perdidos. Tal vez por eso dirán los sabios que el mejor amor no es el físico sino el sublime, y es que habrá razón de eso porque al menos las ideas no son inestables emocionalmente como la pareja, ni celosas, al menos no lo son tanto. Huyen ellas, las ideas, del cuerpo y se colocan lo más alejado de él, en la cabeza, y cuando pueden buscan quedarse en los libros.

Ayer estuve con una guapa despechada que jura no perder la cabeza de nueva cuenta por alguien, ni morir por no morir. Por raro que parezca, yo tampoco entiendo porqué la dejó. Y ahí estuvo ella, diciéndome que quiso convencerlo de que el amor consiste en amar a quien no se ama, convencerlo y convencerse, alternando entre Lisias y Fedro, de que en eso consiste el esfuerzo amoroso. Y es que a veces no queda mas que hechar mano en algún momento de esa teoría desesperada como último recurso ante lo imposible.

Yo en cambio, si hubiera sido él, posíblemente terminaría como Sócrates, hablando del cielo con ella. Quizá también me la llevaría lejos, más allá del cielo, le hablaría de la inmortalidad del alma, su alma, y haría una constelación jerarquizada de las ideas donde ella sería la más hermosa de esas teorías. Y si toda esa constelación se desbaratara, quedaríamos abrazados, sin miedo, suspendidos en el infinito. «Y si tienes miedo, aférrate a mí que yo no tengo. Porque cuando el pensamiento tiene una idea el cuerpo no tiene miedo. Y yo sólo pienso en tí», decia Juan a su Cordelia. Claro, si hubiera sido él hubiera hecho todo esto pero, como saben, yo no soy él, y ella tiene, literalmente, la cabeza en otro lado. Pero ya lo decía Neruda «corto es el amor y largo el olvido», ella todavía no empieza a olvidar y creo que la vida es una larga espera donde unas veces somos esperados y otras nos mantenemos esperando.

Por el momento sólo me queda la vacua teoría kierkergardiana de la "resignación infinita" que constato de nueva cuenta: ser poeta, aceptar la pesadez del cuerpo sin poder hacer otra cosa mas que contemplar y admirar, esperar que un día pueda dar ese salto al infinito.

En fin, y a pesar de lo que digan las estadísticas sobre las resacas emocionales, yo habré de jugar con fuego aunque termine como querubín, ardiendo.


Como para volverse loco, en definitiva.











"Y el estudio de la lección nos ofrecía los encuentros secretos que el amor deseaba. Abríamos los libros, pero pasaban ante nosotros más palabras de amor que de la lección. Había más besos que palabras. Mis manos se dirigían más fácilmente a sus pechos que a los libros."

Carta de Abelardo a Eloísa (fotografía y fragmento cortesía de Patricio).




viernes, enero 20, 2006

SÓCRATES. — Elegante y sabio Hipias,
¿cuánto tiempo hace que no has venido a Atenas?




Chat entre [A] y [B] (las voces y los rostros han sido ocultados para la protección e integridad de los chateros en cuestión):

[A]11:07:21 p.m. ¿En qué trabajas?

[B]11:07:56 p.m. revisión de estilo editorial

[A]11:09:01 p.m. Wow, sí que es interesante. A mi me gustaría tabajar en algo así.

[B]11:09:08 p.m. no es horrible

[B]11:09:18 p.m. es aburrido malpagado e ingrato

[A]11:10:16 p.m. Sí, me ahn comentado. Conozco a un amigo que trabajó en eso y lo dejó por una beca, pero es un trabajo súmamente formativo. Él trabajaba en una editorial, pero por las noches... ¿Estás en el trabajo?

[B]11:10:42 p.m. sí trabajo desde el hogar

[A]11:10:46 p.m. (Lo de mal pagado es cierto)

[B]11:11:14 p.m. también hago tareas y ensayos, garantizo 9 o 10

[A]11:11:32 p.m. No maaaa... ¿cierto?

[B]11:11:36 p.m.

[A]11:12:31 p.m. Na, que. Ahora tú me engañas. Y resulta que eres amiga de Sari Bermudez.

[B]11:12:44 p.m. quién pitos es ese?

[B]11:12:54 p.m. qué tiene de raro hacer tareas?

[A]11:14:18 p.m. No, de raro, nada. Ya había oído que existía un trabajo de ese estilo, pero me cayó en sorpresa. Supongo que no entrarás en la red y te plagiarás los trabajos cambiándoles unos párrafos por otros.

[B]11:14:45 p.m. no, tengo un don especial para escribir ese tipo de cosas

[B]11:14:51 p.m. así q todo es original

[A]11:15:13 p.m. (Que por cierto en la red pululan más malos que buenos, pero luego te encuentras unas joyitas)

[A]11:15:38 p.m. Pues más que don ha de ser técnica.

[B]11:16:03 p.m. no, es un regalo divino

[B]11:16:07 p.m. puedo escibir lo que sea

[A]11:16:47 p.m. Bueno y tu trabajo de "I'll do your homework" es personal o existe una, digfamos, compañía?

[B]11:16:58 p.m. just mine

[A]11:17:05 p.m. (Bueno, que puedas escribir lo que sea, cualquiera lo hace)

[B]11:17:21 p.m. jajaja me estás retando?

[A]11:19:16 p.m. No, no te reto. Pero "lo que sea" no es confiable. Tú estudiaste pedagogía, sabes que hay técnicas de redacción efectivas y una estructura discursiva más o menos confiable. Además, está el hecho de que los profesores no siempre leen con atención los trabajos (si los lelgan a leer completamente)

[B]11:19:33 p.m. perdón?? jaja au´q e mamada como pedagogía

[B]11:19:39 p.m. soy filósofa no me ofendas

[A]11:20:08 p.m. Ah, mira, pensé que estabas en la U pedagógica.

[B]11:20:19 p.m. no nada que ver

[A]11:20:50 p.m. Pero de cualquier forma, sabes que hay técnicas de redacción efectivas

[B]11:21:16 p.m. bueno cinco

[B]11:21:25 p.m. o sea equis next

[A]11:21:35 p.m. ¿?

[B]11:21:45 p.m. siguiente tema

[A]11:22:09 p.m. Ahora, que si te llamas filosófa, eso estará por verse. (Tampoco es reto)

[A]11:23:57 p.m. A ver, "¿Cuál es tu filosofía, Filosofa?" (Siempre quise preguntar eso). Broma, no es cierto. pero dime, antes de cambiar de tema, tu trabajo de hacer tareas, es personal o existe una, digamos, compañía?

[B]11:24:13 p.m. mío

[A]11:24:33 p.m. ¿pero cómo te promocionas? ¿Entre amigos y eso?

[B]11:24:50 p.m.

[B]11:25:30 p.m. si te interesa cobro 500 10 cuartillas calificación garantizada

[A]11:26:07 p.m. No, por supuesto que no me interesa.

[B]11:26:25 p.m. "por supuesto" jajajaja

[A]11:26:38 p.m. Estás hablando con alguien que toma su trabajo seriamente.

[B]11:27:16 p.m. tú también

[A]11:28:21 p.m. Es cierto que la filosofía te da suficientes herramientas de investigación, pero al menos yo no contrataría los "servicios" de alguien para que apruebe mis calificaciones. Creo en el trabajo y íenso ue el oficio del escritor se consigue escribiendo.

[A]11:29:08 p.m. No hay de otra. O eres escritor o te haces pato. Eso pienso.

[B]11:29:24 p.m. sí equis, a veces se acumula el trabajo y no queda de otra

[B]11:29:31 p.m. pero no te pongas tan morales no es para tanto

[A]11:30:39 p.m. Oficio, oficio. Estoy pensando que tal vez eres filosofa. no, noes moralidad, no lo reduzcas a una frase sarcástica. Me gusta lo que hago.

[A]11:32:32 p.m. Además, filosofía no es sólo sacar buenas calificaciones. pero no sigo con esto.

[B]11:35:07 p.m. en fin qué hueva iré a ver la televisi+on o algo

[B]11:35:09 p.m. nos vemos



Y colgó...

jueves, enero 19, 2006

Ucronias II






Foto: E. Sánchez Romero


¿
QUIÉN CUIDA A QUIÉN?

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lunes, enero 16, 2006

Un puñado de filosofía

De izquierda a derecha: Shopenhahuer, Platón, Kant, Nietzsche y Kierkegaard. Los cinco en una mano, la izquierda.


¿Qué diferencia hay entre un texto de filosofía y un texto filosófico? Texto de filosofía es, por citar cualquier ejemplo, El Ser y la nada, de Sartre, Los diálogos, de Platón, Aristóteles y su Metafísica. En cambio, un texto filosófico podría ser una novela con contenido reflexivo (Moby Dick, de Melville), una película (Historia de Lisboa, de Wenders) o incluso una canción. Pero también podemos aceptar como verdadera la afirmación de que la vida es más filosófica que cualquier libro de filosofía o un libro filosófico.

Parece que las semejanzas entre un texto de filosofía y un texto filosófico están medianamente claras en tanto que está presente la reflexión. No así sus diferencias, que se me escapan momentáneamente. ¿Por qué Borges no se le considera filósofo cuando sus textos tienen mucho de filosofía? ¿por qué Platón no es un escritor literario?


jueves, enero 12, 2006

Usted sabe que es kierkergaardeano cuando...

Esta lista es sumamente hilarante y pedagógica. Viene del Pato Pascual. Es posible que esta sea una lista súmamante local debido a las múltiples referencias específicas a la obra del danés. en Poiesis está una buena semblanza biográfica en intelectual del autor. En BABAB.com hay otra sobre más amplia acerca de sus repercusiones, y un fragmento sobre la desesperación como «enfermedad mortal» se encuentra en este vínculo.


—Ha intentado escribir en pseudónimos.
—Aunque sea ateo le tiene un profundo respeto a San Agustín.
—Intenta justificarse para aprender danes diciendo "bueno ahora ya podre leer a Christian Andersen."
—Habla en comunicación indirecta.
—Ha clasificado a todos sus amigos, parientes y conocidos en un estadio o categoria existencial.
—Insiste que el existencialismo y todos los autores del S. XX son un refrito de Kierkegaard. (No insisto, pero a veces afirmo)
—Tiene las siguientes obras en cd acomodadas juntas: Don Giovanni, La Flauta Mágica y Las bodas de Figaro pero no por que sean de Mozart.
—Si ha tenido alguna decepción amorosa la atribuye a que Dios le ha pedido todo para cumplir su voluntad.
—Cuando esta borracho usted se hace llamar el esteta A, B, C, o en cualquier caso la inicial de su nombre o apodo.
—Al explicar el estadio religioso primero dice: "esto no tiene que ver con la religión" pero al final tiene que retractarse.
—Su forma argumentativa favorita es la ironía sin embargo usted insiste en no poder entenderla.
—Usted brinda "in vino veritas" preferencialmente escuchando a Mozart.
—Siempre que ve o escucha a alguien comentar la sociedad de los poetas muertos no se puede aguantar las ganas de decir que es una referencia velada a los cofrades cosepultos.
—Odia la postmodernidad por lo ingratos que son con Kierkegaard.
—Un autor es tanto mejor como haya leido a Kierkegaard y si no lo hizo generalmente describe fenómenos kierkergaardeanos.
—Procura no maldecir a Dios.
—Usted se sabe caballero de la fe sin embargo no se lo dice a nadie.
—Tiene mucho cuidado de conocer alguna Regina.
—Si lleva una relación de pareja muy larga se cuestiona profundamente sobre que tan ético o no es.
—Piensa que la importancia de Hegel en la historia de la filosofía depende de sus críticos.
—Tiene un abrigo decimonónico.
—Tacho todo ser y tiempo y donde dice Dasein usted puso Individuo Singular.
—Le produce ternura la gente que piensa que Kierkegaard es algo parecido a Nietzsche o que era un "existencialista azotado"; por que nada más ha leído el diario de un seductor, la enfermedad mortal o el concepto de la angustia.
—Si iba a misa la dejo justificado en la "Iglesia triunfante".
--Usted sabe quien es Howard Hong y tiene, o anhela alguno de sus libros.
—Al intentar seducir ha intentado seguir los pasos de Johanes el seductor por fecha.
—Sabe quién es Severino Abelio Camposanto.
—Alguna vez ha querido llamarle a su novia Cordelia.
—De pronto para usted Dinamarca no es tan importante como Hungria o Islandia sino más bien tanto como Alemania o Francia.
—Ha visto las primeras peliculas de Lars Von Triers o cualquiera de Dogma que se hubiera hecho en danes.
—Alguna mascota suya se llamara Soren a menos de que haya considerado llamarle así a un hijo.
—Sus nicks en messenger suelen ser johannes de silentio, vigilius haufniensis, inter inter o algun otro.
—Cuando esta en una disyunción piensa para si mismo estoy en una alternativa, esto es un aut aut, either/or, o esto o lo otro, y en lo que esta ocupado haciendo todo esto ya es muy tarde como para tomar una desición.
—Si no ha pensado convertirse al protestantismo es por que piensa que Kierkegaard se acerco al final de su vida al catolicismo.
—Si pide un deseo no quiere tener el oro, ni la gloria o la fortuna sino "el don de la risa".
—La alternativa es tan bueno como el Quijote, la Biblia, Homero o Shakespiere por que de algún modo los incluye a todos.

martes, enero 10, 2006

Kafka.

Mi experiencia con Kafka ha sido —sin exagerar— tormentosa. Antes, no ahora. La primera vez que lo consideré como uno de los “leíbles” fue después de haber tomado un seminario donde uno de los participantes intentaba relacionarlo con la cábala. Lo que él quería —recuerdo—, lo que él suponía, más bien, era que toda la obra del escritor checo estaba escrita de tal forma que portaba un mensaje oculto, y que debía ser leída tal y como un místico judío leía la Torah, decodificando su sentido sagrado.

Pero ésta no es la parte tormentosa.

Tiempo después, por casualidades de la vida, caí en una extraña depresión combinada con una especie de pérdida de sentido, algo así como una deslucidez intelectual, o como una angustiosa errancia deslúcida. Realmente no llegué a saber bien a bien qué es lo que tuve. Por una grata suerte adquirí la obra completa de Kafka, sus cuentos y sus novelas e inmediatamente me puse a leerlas casi vorazmente. Mala ventura, porque después empecé a padecer con mayor melancolía mi estado deslucido. Llegué a sentirme tiznado por dentro, como si fuera un kafkólogo que se le llenaba de hollín el alma mientras avanzaba en sus lecturas. Una vez le hice éste comentario a mi profesora y sé que nunca se me olvidará su mirada de desconcierto, perplejidad y consternación que puso al fijar sus ojos en los míos sin brillo. Fue, tal vez, una de las épocas que toqué fondo, emocionalmente hablando, un kafkiano. Recordé los comentarios vertidos acerca de Kafka y la cábala. Llegué a pensar que yo era un texto kafkiano que formaba un mensaje opaco, nocturno, que tal vez las partes de mi cuerpo estaban articuladas de forma tal para ocultar algo que no podía transmitir. Me dejé seducir por una extraña fascinación de angustia.

No dejo de constatar que he sido una persona afortunada, indudablemente.

Hay varios textos breves de Kafka que “hablan” de lo kafkiano. Escojo éste, por breve y entrañable.



EL BUITRE

«Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra. Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.
—Estoy indefenso —le dije— vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.
—No se deje atormentar —dijo el señor—, un tiro y el buitre se acabó.
—¿Le parece? —pregunté— ¿quiere encargarse del asunto?

—Encantado —dijo el señor—; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?

—No sé —le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí—: por favor, pruebe de todos modos.

—Bueno— dijo el señor—, voy a apurarme.
El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.»


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Algo sobre Kafka:
Kafka-Info, Kafka project.

viernes, enero 06, 2006

"Cada uno es artífice de su ventura"
Don Quijote, LXVI




U.


Quién no desmaya en tus brazos, amor,
en cualquier hora de la mañana.
Por las tardes, amor, en la tibia soledad
de tu estancia.
Imprevisible como eres, nostalgia llena,
quién no te va perdiendo a las tres de la mañana.


domingo, enero 01, 2006

«El lector de poesía es el mejor lector, porque no quiere que le cuenten cuentos. El mismo lenguaje te lo dice: de “novela” salió la palabra “novelería”, que es “tontería”, pero de poesía no puede salir nada. Faulkner decía que cualquier persona de cultura media puede escribir novela. Basta con colocar una sucesión de hechos en un libro y tienes una novela. Pero un buen poema… ah, no, eso no lo hace cualquiera… El lector de poesía es un soñador, es un melancólico, es un nostálgico de ese ser completo que no tenemos. Nunca somos seres completos, siempre tenemos un sentimiento de falta y es ese lugar donde está la poesía


Siempre he sido un mal lector de poesía. Lo extraño es que me sé poemas de memoria, algunos de ellos los he aprendido por decepciones amorosas y otros los llevo porque me han aliviado en mucho a expresar el habla de la palabra. Pero aun así, no dejo de sentir que siempre he sido mal lector de poesía, un lector de cultura media, en términos de Cristina Peri. Y cuando voy a las librerías, lo que menos busco son libros de poesía, casi nunca los busco. Me puedo pasar toda una tarde, o varias tardes, según mi eventual holgazanería social, recorriendo los pasillos de las librerías o los estantes de una biblioteca pero nunca, o casi nunca, cerca de los libros de poesía.

Casi todos los libros de poemas que tengo me los he topado el cualquier estante de las librerías, ahí perdidos, olvidados, abandonados. Y es posible que lo comprara si, hojeándolo, encuentrase algo, un «no se qué» que me atrape. Pero casi nunca encuentro nada, casi nunca, porque sí tengo algunos libros de poesía entre mis otros libros. Algunos buenos libros de poesía, pienso, y otros que no logro captar del todo porque, creo, soy un mal lector de poesía.

No me llaman la atención los poetas. Conozco a varios, algunos buenos, dicen, y otros (o casi todos) malos, digo yo porque soy mal lector de poesía. Lo cierto es que escribo diferente después de haberme percatado de lo extraño de la poesía. Las ideas comienzan a jugar solas, sin que yo intervenga, y eso me gusta. Por eso veces admiro a los poetas por ver lo que yo no veo y otras veces los cuestiono por dejar tanto espacio en blanco.

No sé, quería decirles que soy un mal lector de poesía cuando ví este mensaje, pero no acabo confundiéndome solo. No me gustan los poemas, los poetas, ni sus frases iteradas, sí la poesía, incluso aquella puesta ocasinalmente en palabra.

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