miércoles, julio 19, 2006

¡Viva Juárez!


"Las infartantes elecciones mexicanas me han traído a la memoria la figura de uno de los políticos más carismáticos de ese país, Benito Juárez (1806-1872), el del célebre grito ¡Viva Juárez!, un indio zapoteca que hasta el día de hoy ha sido el único indígena que ha llegado a ocupar la presidencia de México. La Aventura de la Historia sacó el pasado mes de abril un interesante trabajo de José M. Muriá sobre este hombre reformista y fascinante, del que cuenta una anécdota maravillosa. Resulta que en 1855, durante la dictadura de Santa Anna, Juárez fue detenido y desterrado. Anduvo dando tumbos por La Habana y Nueva Orleans, hasta que consiguió regresar clandestinamente a México y refugiarse en un campamento rebelde próximo a Acapulco.

Juárez tenía 49 años y era bajito, más bien grueso y de rasgos y color inequívocamente indios, así es que cuando llegó, entremezclado con otros refugiados, le pusieron a cuidar caballos. La primera sorpresa para sus compañeros fue descubrir un día casualmente que el indio ése sabía leer y escribir. Como eran conocimientos muy raros en la época, Benito (nadie conocía su apellido) fue convertido en amanuense. Y así transcurrieron algunas semanas. Hasta que llegó una carta al campamento dirigida al "Licenciado Benito Juárez". Los dirigentes rebeldes pensaron que se trataba de un error, porque ellos no sabían que semejante personaje anduviera por allí. Y entonces, para pasmo de todos, el modesto escribano indio levantó la mano y dijo: "Yo soy Juárez". El mismo Juárez que, antes de llegar al campamento, ya había sido regidor, juez, diputado local y nacional, gobernador de Oaxaca y director del Instituto de Ciencias y Artes. Y que había guardado con formidable temple su secreto. Siempre me han fascinado estos héroes callados que parecen salidos de una novela de Conrad, estos tipos que arrastran con orgullosa humildad un pasado glorioso del que nunca alardean. Individuos tan sólidos y enteros que no necesitan presumir de sus logros para respetarse a sí mismos. ¿Imaginan a Calderón o a López Obrador (penosa su actitud tras las elecciones) comportándose así? ¿O a cualquiera de nuestros petulantes y vociferantes políticos?"




Suscribo lo dicho por:

Rosa Montero

EL PAÍS - Última - 11-07-2006