domingo, julio 29, 2007





Dioses han pasado antes entre los hombres
[Hölderlin]

En una nota fechada en este mes la prensa nos informa que China ya puede provocar lluvia artificial para «aliviar sequías, ayudar en la extinción de incendios, o simplemente despejar el cielo de nubes». Señala además que en ese país se ha establecido el Centro Nacional para la Manipulación del Tiempo Atmosférico, fruto de la investigación de los procesos de precipitación. En ese centro explican que la lluvia se provoca «lanzando desde tierra o por avión cartuchos con yoduro de plata a las nubes, acelerando su condensación». Aclaran, además que «el yoduro de plata es un catalizador que al contactar con las nubes genera una reacción química que libera el hidrógeno y éste, junto al oxígeno de la atmósfera, forma agua» y afirman que este método es inofensivo pues que no altera la composición del agua.
Este avance científico en nada se compara a los métodos tradicionales para convocar a la lluvia, como por ejemplo, los que se realizan en algunas comunidades, tal y como lo documentadan Johanna Broda y Beatriz Albores en su libro Graniceros, cosmovisión y meteorología indígena en Mesoamérica. Según Broda y Albores, en el pueblo San Pedro Techuchulco hay un tipo de curanderos llamados Graniceros, especie de ritualistas prehispánicos que manejan la lluvia, las tormentas, el viento y que, además, pueden curar los males que estos femómenos atmosféricos ocasionan. Comentan:

"Son especialistas en rituales de origen prehispánico y forman parte de una compleja tradición heredada. [...]Los graniceros adquieren su don por varios medios, entre los que se encuentra el ser alcanzados por un rayo, los sueños y la ingestión de plantas sagradas. Sus conocimientos se transmiten de generación en generación para ocuparlos en fines benéficos de las comunidades agrícolas, tales como atajar el granizo que perjudica las cosechas, o traer el agua que engorda el maíz."

Según este ritual, los Graniceros 'llaman' a la lluvia y controlan el viento, la tormenta y el granizo, realizando ceremonias de pedimento de lluvia cada 2 y 3 de mayo de cada año.

Algo que llama la atención en estos dos hechos es nuestro comportamiento frente a un fenómeno natural. Mientras los graniceros están inmensos en una actitud religiosa contemplativa, meteorólogos se avocan a una actitud científica de observación; es decir, mientras unos solicitan lluvia, otros la crean mediante un artificio técnico. Pero ante estas dos posturas, ¿la científica resulta un verdadero 'avance' frente a la primera? Pareciera que los graniceros son actualmente algo parecido a un invento mítico, tan antiguo y curioso para la razón como un juego literario, como si los meteorólogos fueran la suplantación perfeccionada de aquéllos. Es cierto que uno no deja de admirarse por los avances de la ciencia, de que los estudios sobre los procesos de precipitación artificial tengan éxito, ¿pero realmente será del todo inofensiva la manipulación de un entorno natural que presupone cierto equilibrio atmosférico? ¿No acarreará consecuencias negativas la manipulación de los ecosistemas? ¿No es peligroso manipular de esa forma lo que hacemos suceder en la Tierra?

Cuando leí el artículo sobre la precipitación artificial no dejé de sentir un poco de temor por los peligros de la ciencia, mismo temor que sentí por esta lejanía que va tendiéndose entre aquella antigua naturaleza llena de dioses y ésta secularizada, donde toda tiniebla puede ser despejada mediante la luz de la razón. Es como si estuviéramos suspendidos en una orfandad moderna, entre unos ritos desacreditados y un éxito científico de dudosos criterios prospectivos. Hölderlin decía que los dioses se han marchado hacia un los pueblos donde todavía los veneran. Nuestra época se ha tecnificado, ya nada sabe de admiración, cantos y alegrías. No dejo de sentir cierta nostalgia por la devoción a la naturaleza. ¿Será cierto que los dioses se han ido?

Y con sus catalejos [los hombres] espían y enumeran
y ponen nombres a las estrellas del cielo.
Mas, para que podamos mantenernos, el Padre
cubre nuestros ojos con la sagrada noche.
Odia la insolencia. Nunca con la violencia
se ha conquistado el cielo.

Hölderlin

1 comentario:

POLAF dijo...

"nunca con la violencia se ha conquistado el cielo"... me quedo pensando en esto último... quizás algo de violento hay en esa eficiencia secular que conquista pero no necesariamente coloniza.