"Lo maravilloso de la guerra es que cada jefe de asesinos hace bendecir sus banderas e invocar solemnemente a Dios antes de lanzarse a exterminar a su prójimo."
Voltaire
Voltaire
Revolución, revolución, revolución... ¿Queremos más guerras?, ¿no han sido suficientes las que hemos tenido?
Somos una sociedad que se ha ido conformando por la sangre, y nuestros máximos héroes en la historia surgen en los conflictos bélicos. Basta con dar un repaso a los libros de historia para darnos cuenta de que somos el resultado de un conjunto de conflagraciones. Aun más, que nuestros discursos en gran medida se configuran alrededor de una justicia que pretende sustentar sus argumentos bajo la amenaza (literal o metafórica) de las armas.
No hay ideología que no justifique el belicismo, sea como recurso principal o final. Como dice Foucault, toda defensa de la "verdad" exhibe la necesidad de imponer nuestro punto de vista sobre los demás; a como dé lugar, sea como fuere, existe - valga la expresión - la imperiosa necesidad de imponer. Toda balanza de la justicia es aconsejada por los labios de Atenea, deidad griega que, irónicamente, es la efigie heráldica de la Filosofía.
No dejo de constatar que toda ideología es un imperialismo soterrado.
¿La pobreza y la injusticia siempre será carne de cañón, el gancho para tomar las armas, el señuelo que los intelectuales y los niños universitarios - de izquierda o derecha - utilizan para jugar a la revolución?
2 comentarios:
Chin... yo traía un par de biblias en venta, pero haga usté de cuenta que no :)
Y bueno, vengo a saludar, luego de mucho tiempo de no hacerlo. ¡Qué gusto ver que sigues publicando!
Un saludotote, Idou, nos estamos leyendo.
Sí, aquí andamos, en el ejercicio solitario de la escritura. Gracias por visitarme, y por lo de las biblias, no te preocupes, puedes dejarlas por aquí. siempre hay distintas manera de traducir e interpretar lo que ha hubo sido escrito.
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