En cuestiones del amor —como otras tantas más, seguramente— es más fácil que termines devorado por el Minotauro a que encuentres una tranquila escapatoria a tus temores. No hay fórmulas seguras para la ecuanimidad afectiva. Y es que los posibles indicios que pueden seguirse para hilvanar tranquilidad muchas veces pueden tomar forma de grandes murallas que nos impregnan de insoportables perplejidades.
En definitiva, ocasionalmente no te quedará otra cosa qué hacer. Acaso adosarnos a los muros enmohecidos de nuestra celda, palpando nuestra calada y agüitada vida sentimental.
En este laberinto de subterfugios a veces creo que no habrá otra opción mas que "volarnos la barda", es decir, inventarnos una escapatoria ratona: abandonarás a Ariadna y acudirás a Penélope para conseguir un poco de tranquilidad dentro de este embrollado laberinto de tu vida.
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3 comentarios:
Maese.
Qué difícil me ha resultado dejarte un mensaje en este post. Lo he leído varias veces. Lo he dado vueltas en mi cabeza, por momentos pensé que tenías razón, que es mejor esa tranquilidad de la que hablas, por otras, me pareció resignación optar por Penélope. Quisiera creer que jamás uno debe resignarse, pero en temas de amores, la verdad, no soy muy sabia (y vaya que quisiera serlo)
Un beso idou,
Pola(f)
Pues tanto como que yo sea un experto no lo soy, de lo contrario yo no estaría lleno de descalabros emocionales. Me refería a Penélope porque ella mediante engaños mantuvo a sus pretencientes alejados de ella. Sabes, cuando a odiseo se le da por muerto, muchos pretendientes llegaban a la casa de Penélope y ella, para mantenerlos a raya les prometió que se casaría con uno de ellos en el momento que ella terminara de tejer no sé qué cosa. Así, ella tejía por el día y destejía por la noche: truco de tan estilo griego.
Saludos.
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