La Navidad o El Ascenso metafísico a uno mismo.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto.
Pero nadie pudo saber las hermosas cosas que había visto.
Andersen
Tal vez yo empecé a crecer cuando en mis navidades se formaron mis primeras tristezas y decepciones propias. Y esto se remonta a mi alejada infancia; dónde más, dirán los especialistas. Algunas veces quedamos solos, en el silencioso en el comedor de la casa, escuchando tal vez con añoranza la algarabía de la casa vecina y otras veces nosotros mismos fuimos los confabuladores de ella. Delicado juego de representación con cerillos, «el despertar amarillo y azul de los fósforos cantores», como dirá Rimbaud.
Sin llegar a nada definitivo, a veces se me ocurre pensar que la navidad bien podría ser un juego para niños —porque es posible que sean ellos quienes más disfrutan esas fechas— que a menudo gustan recrear los adultos a su manera. Y éste es quizá el motivo de que exista una tristeza navideña, porque la navidad también es triste pues lleva una dosis de pesadumbre y nostalgia que se va anticipando por todo aquello que no es.
En la navidad de los adultos —de quiénes más sino de los adultos que buscan representar una escena cuyo motivo es una época llena de felicidad, pues los niños no precisan de una época para divertirse— existe algo que no está en el ánimo del niño, y este algo es, creo, la resignación y la sensatez. Cuando un niño se resigna por algo que no sucede, cuando se percata de una tristeza que no puede disiparse, y más aún en fechas donde, al menos en apariencia, todo lo que tenga que ver con la felicidad tendría que suceder, deja de ser un poco niño para entrar en los albores de la edad adulta. Y cuando este medio-niño actúa con resignación y, por ende, con sensatez ante un evento, digamos, imposible, tal vez ya dejó se ser niño. Sólo le queda entrar a un mundo de la época navideña y recrear sus códigos: actuar como adulto e inculcar el espíritu navideño en otros niños, sustituir la felicidad de los juegos por la felicidad de los obsequios, y cuando algo que no es no puede sustituirse entonces entra una sensatez que busca mitigar con nostalgia, ese pequeño desgarramiento interno que se tuvo en la infancia.
Tal vez por eso las navidades son tristes a veces, no siempre pero sí a veces. Es como si nos viera a la memoria aquella primera tristeza inesperada que tuvimos en una fecha incorrecta, como si recordáramos una épica fallida que involuntariamente nos evoca esa sensación de fragmentación diminuta que se ha ido prolongándo algunos años o enmendándose algunos otros mediante el ritual navideño.
A mi parecer, uno de los autores que ha sabido captar este duelo infantil alegría/tristeza navideños es, sin duda, Andersen con su cuento de La niña de los fósforos. Podría estar también Ebenezer Scrooge, personaje dickensiano y arquetípicamente navideño, como antagonista necesario de los cuadros felices de la temporada decembrina, pero a mi parecer el desvanecimiento del personaje en La niña de los fósforos resulta esplendoroso hasta en su tristeza, pues el Scrooge dickensiano es en Andersen la sociedad y su halo de frialdad. Y es que la navidad es necesariamente este juego de sabores y emociones que de una u otra manera se transita entre estos dos estadios, en una extraña épica de la esperanza e infancia que nos recuerda más de una de las veces la nuestra antes de ese primer desaire. Tal vez por eso las navidades son alegres a veces, no siempre pero sí a veces, debido al discreto movimiento romántico de esperanza y nostalgia metafísica, un «despertar amarillo y azul de los fósforos cantores».
6 comentarios:
Un significado parecido tendría, a día de hoy, "Pesadilla antes de Navidad" de Tim Burton, maravillosa película donde las bromas macabras vienen a sustituir a la obligatoriedad de los buenos sentimientos de esas fechas.
La Navidad está revestida de los oropeles de la nostalgía, efectivamente, y cada vez se está conviertiendo más en un sueño no existido. Un abrazo metafilósofo.
Bueno, mi comentario a tu post navideño te lo dejé en el email que te envié ayer, pero para que quede algo acá también, pasé a decirte que me alegró el post que dejaste en mi blog. Hoy por la mañana fue lo primero que leí. Me gusta que te imagines mi navidad. Si bien en el video que viste, salgo con mi familia postiza, la familia de CINODO, ellos se parecen mucho a la mia propia. Tienen esa misma alegría para celebrar.
Ah! una cosa, sabes, a veces trato de escuchar la música que tienes puesta en radioblog, pero no pasa nada :-(
Probablemente estoy haciendo algo mal.
Un fuerte abrazo,
Pola(f)
Mmm. No sé qué pasa con el RadioBlog. Ya había escuchado que a veces falla, también que se escucha mejor cuando la conexión de internet es de banda ancha... Realmente no sé. Hace un rato al escuché y sonó normal... Lo único que te puedo comentar es que presiones cobre el título de la canción, el pequeño vínculo que se encuentra en la caja principal del RadioBlog... o presiona Play verificando que no esté activado el crossfader (que no sé qué sea eso) sólo eso, que yo creo harás.
En fin. No sé que decir.
:o<
me gusto mucho este post... me identifique, pues mi ilusion navideña murio en la infancia y pase a ser una de esas niñas adultas... años despues un querido ex me dijo que en la navidad, y ese tipo de fechas, era mas probable que se dieran tragedias... y mas que nada de tipo emocional... estas muy sencible, esperas mucho y es muy facil decepcionarse e incluso salir herido.
en fin, y de verdad eso empieza a sanar para los adultos en cuanto entran niños a sus vidas.
feliz año nuevo!
gracias idou, hare lo que me dices. De ahi te contaré que tal me fue :-)
P.
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